El epítome de la juventud y la belleza, fuente de vida y curación, patrón de las artes civilizadas, y tan brillante y poderoso como el sol mismo, el dios Apolo era, posiblemente, el más amado de todos los dioses griegos. Apolo representaba muchos aspectos positivos de la condición humana como la música, la poesía y la medicina.
El dios Apolo.
Al dios Apolo se le conoció como el dios de la luz y la verdad. Era el modelo de hombre por excelencia: Guapo, mente y virtuoso. Se decía que era también el dios de la medicina porque, como su hermana, tenía el poder de causar a los hombres las enfermedades y la muerte súbita; pero a la vez podía curarlos, si así lo deseaba. Además se le conoció como el Dios del arte y en especial de la música; tocaba la lira como ninguno y por eso siempre era el elegido para deleitar a los comensales en los banquetes.
El dios Apolo nunca mentía, eso iba en contra de su naturaleza. Además, podía conocer el mal que se estaba gestando o haciendo en la tierra y, si lo consideraba necesario, detenerlo. Por estas dos últimas cualidades, su santuario se convirtió en un lugar de culto visitado con frecuencia. Su nombre era oráculo de Delfos y quedaba en la isla de Delos, los antiguos griegos peregrinaban a esta especie de templo cada vez que necesitaban pedir consejo, particularmente en situaciones que tenían que ver con enfermedades, epidemias o pestes que aquejaban a un pueblo, aunque también era común pedir ayuda a todo tipo de problemas.
Como cualquier otro Dios, el dios Apolo se molestaba – esto solía suceder Cuando alguien dudaba de sus talentos- afloraba su lado oscuro, y a veces podía ser muy violento.
- Al igual que la diosa Artemisa, siempre llevaba arco y flechas de plata, además de una espada de oro.
- El dios Apolo nunca se casó, pero tuvo varios hijos de relaciones esporádicas con ninfas y mujeres mortales. También tuvo relaciones con algunos hombres.
La historia de Dafne y el dios Apolo
Cuenta la historia que el dios Apolo se enamoró perdidamente de Dafne, una ninfa de las montañas y sacerdotisa de la madre tierra Gea, el dios Apolo, enloquecido por su belleza, la persiguió por toda la tierra hasta que logró alcanzarla. Sin embargo, Dafne no lo quería y en el momento de ser atrapada grito pidiéndole ayuda a la madre tierra Gea. Ella escuchó su llamado y de inmediato la transporto a la isla de Creta, dejando en su lugar tan sólo una planta de Laurel. Así logró salvarla del dios Apolo. El Dios, para consolarse, se fabricó una corona de laurel en recuerdo de La bella Dafne.
El dios Apolo y Jacinto, el príncipe espartano
Jacinto era un bello joven, príncipe de la temida ciudad Esparta. Su hermosura hechizaba a mujeres y hombres por igual. Cuenta la leyenda que el gran poeta Tamiris se enamoró de Jacinto, a quién también deseaba el dios Apolo. Tamiris se jactaba de ser mejor que Las Musas en el canto. El dios Apolo se aprovechó de su arrogancia y le contó a Las Musas que el poeta Afirma va ser superior a ellas. Las ninfas no tardaron en castigar al insolente, privándolo de la vista, vos y la memoria. De esta manera, el dios Apolo creyó haber dejado libre el camino para enamorar a Jacinto.
Una tarde, mientras el dios Apolo le enseñaba al príncipe a lanzar el disco – deporte muy común en la Grecia antigua-, apareció el viento del Oeste, que también deseaba a Jacinto, y preso de celos tomó el disco en sus alas y lo arrojó directo a la cabeza del muchacho. El disco golpeó con fuerza al príncipe y lo mató. De su sangre surgió la flor de Jacinto, único Consuelo que le quedó al gran dios Apolo.
El mito de Marsias y el dios Apolo
Cierto día, mientras paseaba por el bosque, Atenea se encontró unos huesos de ciervo y los tomo en sus manos. Jugando con ellos se inventó la flauta y comenzó a tocarla. Cuando notó que de ella salía una música hermosa, decidió llevarla al siguiente banquete de los dioses. Durante la comida Atenea comenzó a tocar, dejando a todos maravillados con su interpretación. Sin embargo, se dio cuenta de que la diosa Hera y Afrodita se tapaban la boca y se reían de ella. Atenea no sabía porque, sí a todos parecían encantar la música que salía de su flauta.
Así que se retiró al bosque a seguir tocando, feliz con su nuevo invento. Caminaba por el bosque, se acercó a un Arroyo y vio su imagen reflejada en el agua. Se dio cuenta de que cuando tocaba sus mejillas se inflaman cómicamente y su rostro se tornaba de color azul por el esfuerzo que hacía al soplar. Ahora ya sabía porque las otras diosas se burlaban de ella: Al tocar, figuraba y causaba risa. Esto no le gustó Y no sólo botó el instrumento, sino que lanzó una maldición contra quién lo encontrara.
Un sátiro llamado Marsias encontró la flauta y comenzó a tocarla hasta convertirse en un intérprete muy diestro. Todos los que lo oían decían que tocaba mejor que el mismo dios Apolo. Cuando el Dios se enteró de lo que la gente comentaba, muy enfurecido reto a Marsias a un duelo musical. El dios Apolo designó a las nueve Musas cómo juezas del torneo. Primero tocó el sátiro, y su presentación fue maravillosa; su música logró cautivar a todos los presentes.
Sin embargo, el dios Apolo tocó su lira como nunca antes. Las Musas quedaron extasiadas y dieron el triunfo al dios de la luz. Este decidió castigar a Marsías por haberse comparado con el: Lo ató a un árbol y lo desoyó vivo. Desde entonces, los gritos terroríficos del sátiro llenan los recovecos de los bosques.
El dios Apolo en la guerra de Troya
Apolo es un protagonista significativo en el relato de Homero sobre la Guerra de Troya en la Ilíada. Por el lado de los troyanos, presta especial ayuda a los héroes troyanos Héctor, Eneas y Glaukos, salvando sus vidas en más de una ocasión con su intervención divina. Trajo la peste a los Aqueos, dirigió a todo el ejército troyano (con los temibles auspicios de Zeus) en un ataque que destruyó las murallas defensivas de Aquiles, y también fue responsable de guiar la flecha de París hasta el talón de Aquiles, matando al aparentemente invencible héroe Aqueano. Apolo es descrito con mayor frecuencia por Homero y Hesíodo como el «tirador lejano», el «trabajador lejano», el «rouser de los ejércitos», y el «Apolo Phoebus».
La presencia más directa de Apolo entre los griegos se manifestó en su oráculo de Delfos, el más importante del mundo griego. Apolo, deseando revelar al hombre las intenciones de su padre Zeus, creó el oráculo en el lugar donde mató a la serpiente (o dragón) Pitón. En el lugar se iniciaron los juegos panhelénicos pitenses para conmemorar la muerte de esta criatura divina. Trípodes y coronas de laurel fueron entregados como premios a los vencedores en los juegos.